El adviento es un tiempo de preparación para la navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios… Es un tiempo en el que se dirigen las mentes, mediante este recuerdo y esta espera a la segunda venida de Cristo, que tendrá lugar al final de los tiempos” (Misal Romano, Nº 39)
“El adviento tiene una triple dimensión: histórica, en
recuerdo, celebración y actualización del nacimiento de Jesucristo; presente,
en la medida en que Jesús sigue naciendo en medio de nuestro mundo y a través
de la liturgia celebraremos, de nuevo, su nacimiento; y escatológica, en
preparación y en espera de la segunda y definitiva venida del Señor”.
“El adviento, en su mismo término, en su
palabra, es <presencia> y <espera>… El adviento es tiempo de
esperanza gozosa y espiritual. No es tanto un tiempo como la cuaresma de
penitencia, sino de gozo, de espera y esperanza gozosa. Toda la liturgia de
este tiempo persigue una finalidad concreta: despertar en nosotros sentimientos
de esperanza, de espera gozosa y anhelante”.
El adviento es, ya en su mismo término o vocablo,
<presencia> y <espera>. Es tiempo, no tanto de penitencia como la
cuaresma, sino de esperanza gozosa y espiritual, de gozo, de espera gozosa.
Toda la liturgia de este tiempo persigue la finalidad concreta de despertar en
nosotros sentimientos de esperanza, de espera gozosa y anhelante.
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